Los productos integrales tienen gran estimación debido a su contenido de fibra, lo que brinda grandes beneficios al organismo.
Por ejemplo, en el caso del colesterol malo o LDL, las fibras promueven su descenso en la sangre y también ayudan a la disminución de azúcar en sangre. Su inclusión en las comidas también retarda el vaciamiento gástrico de la digestión del almidón. En cuanto al proceso digestivo, las fibras mejoran el estreñimiento.
Sin embargo, factores como la cantidad de fibra en la comida, la facilidad de hidratación de la fibra y la rapidez o lentitud con que se vacía el intestino, pueden reducir la viscosidad de la fibra y no generar los beneficios esperados.
Por esa razón, no se recomienda a personas que tienen problemas de gases, distensión y dolor abdominal ni los que sufren de intestino irritable, enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa.
De todos modos, aunque no se sufra de estos síntomas y enfermedades, es necesario tener cuidado ya que se puede estar perjudicando la salud desconociendo si la fibra que está ingiriendo es la adecuada para la función o el efecto que quiere lograr en su salud.
Hay que tomar en cuenta que existe un consumo adecuado que no se debe exagerar, porque hay fuentes de fibras naturales que pueden interferir en la absorción de minerales como calcio, hierro, cinc y cobre.
La cantidad diaria recomendada está entre 25 y 30 gramos. Esto se logra con 1/3 taza de frijoles, 1/2 taza de zanahoria, dos frutas, una taza de avena y/o una mazorca.
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